LAS TIJERAS ERAN DE HIERRO Y TENÍAN DOS CUCHILLAS SEMICILÍNDRICAS QUE CUANDO SE CERRABAN FORMABAN UN TUBO LARGO Y ESTRECHO.
EL INTERIOR ESTABA LLENO DE PÚAS Y DIENTES AFILADOS. ESTAS SE CALENTABAN AL ROJO VIVO (FUEGO) PARA PONERLAS EN LOS GENITALES, EL PENE ERECTO DE LA PERSONA Y ERA ARRANCADO.
EN ALGUNAS OCASIONES, SI NO SE ARRANCABAN EL MIEMBRO VIRIL, LA PRÁCTICA PROVOCABA UNA HEMORRAGIA ARTERIAL SEVERA.